El aborto se considera la muerte y/o expulsión del feto antes de las 28 semanas de gestación, o mientras este pese menos de 500 g. El aborto provocado constituye un grave problema de salud pública en Brasil, en gran parte debido a su ilegalidad, lo que lleva a las mujeres a recurrir a servicios clandestinos o métodos caseros inseguros para llevarlo a cabo. Se ha comprobado que la asistencia sanitaria prestada a estas mujeres en situación de vulnerabilidad está cargada de prejuicios y juicios que la hacen deficiente e inhumana, lo que acaba alejando a estas mujeres de los servicios de salud y generando así un entorno propicio para el aumento constante de la mortalidad de las mujeres en edad fértil debido a complicaciones postaborto.
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