El sistema educativo tunecino presenta un sorprendente contraste entre las aspiraciones de la sociedad y el potencial de la filosofía para los niños. Aunque este enfoque goza de un amplio apoyo entre los tunecinos, debido a su excepcional capacidad para desarrollar el pensamiento crítico y creativo, ha tropezado con grandes dificultades para pasar de los talleres experimentales a la plena integración en el programa escolar. Sin embargo, los beneficios de la filosofía para los niños se extienden más allá del marco escolar y afectan a la sociedad en su conjunto, contribuyendo a formar ciudadanos más conscientes y más capaces de dialogar. La necesidad de aunar los esfuerzos de los profesores, los padres y la sociedad civil es, pues, crucial para que este proyecto esencial siga adelante, con la convicción de que invertir en la filosofía para niños es invertir en el futuro de Túnez.
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