La Generalitat Valenciana de la época foral no fue un 'unicum' en la historia europea. Instituciones más o menos parecidas funcionaron entre los siglos XIV y XVIII en otros lugares del continente, especialmente en el seno de aquellas monarquías que, en lugar de seguir la vía del absolutismo, se vieron obligadas a mantener los organismos representativos que hacían de contrapeso a su poder -cortes, parlamentos o estados generales-. Hubo asambleas representativas hasta en países donde triunfó la centralización extrema alrededor del monarca, como Francia o Castilla, pero su peso fue menguando a lo largo del tiempo, mientras que en la Corona de Aragón, tanto en sus estados ibéricos como en los italianos; en los territorios vasallos de los duques de Borgoña, incluidos los Países Bajos; en regiones de Francia que habían formado parte durante mucho tiempo del Imperio germánico, como la Provenza; en la misma Inglaterra; en ciertas regiones de Italia; en Navarra, o en la Confederación Helvética, la tradición "pactista" -que no hemos de confundir con "democrática", pero que permitía una mayor implicación de la sociedad, o al menos de sus grupos privilegiados, en la gran política- duró mucho más. En muchas de estas regiones, aquellos grupos consiguieron dar un paso más en el control de los impuestos que ellos mismos habían votado: generaron diputaciones permanentes que gestionaban su recaudación e incluso los gastos a los que se tenían que destinar. Algunas de estas "diputaciones" acabaron también por adquirir nuevas competencias y cierta carga simbólica que las convertirían, de alguna manera, en la "voz" de sus estados.
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