La irrigación del conducto radicular es un paso vital en el tratamiento endodóntico, diseñado para limpiar y desinfectar el sistema del conducto radicular. Durante el procedimiento, se utilizan irrigantes como el hipoclorito sódico, la clorhexidina y el EDTA para eliminar del conducto los restos, las bacterias y el tejido infectado. El hipoclorito sódico es el irrigante más utilizado por sus potentes propiedades antibacterianas y su capacidad para disolver el tejido orgánico. La clorhexidina sirve como agente antimicrobiano alternativo, mientras que el EDTA es eficaz para eliminar material inorgánico y contribuir a la limpieza de las paredes del conducto. También puede utilizarse solución salina o agua para enjuagar el conducto o diluir otras soluciones. El proceso de irrigación ayuda a reducir la carga bacteriana, eliminar toxinas y preparar el conducto para un sellado adecuado, aumentando así la probabilidad de éxito del tratamiento del conducto radicular. Pueden emplearse diversas técnicas, como la irrigación con jeringa o la activación ultrasónica, para potenciar la acción limpiadora y garantizar una desinfección completa de todo el sistema del conducto radicular.
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