Cuando el Destino decide jugar, es el quien impone las reglas, cuando quien juega es el Azar...no hay ninguna. No hagas promesas que jamás puedas cumplir, no juegues con el destino...él tiene sus propias reglas. Devastada por el odio y la pena en una mañana de otoño, Emy se ve obligada a reprimir sus ansias de venganza , mientras en su menoría sólo existen recuerdos de aquella montaña.. la cual se pierde cada tarde con la oscuridad..en un abrir y cerrar de ojos.
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