La leche desempeña un papel fundamental en la transmisión de enfermedades zoonóticas y de origen alimentario, a menos que se manipule en condiciones higiénicas muy estrictas. El extraordinario valor nutricional de la leche se ve comprometido si es de baja calidad y contiene patógenos de importancia para la salud pública. Al igual que en otros países en desarrollo, la producción de leche de calidad y segura para el consumo es un reto importante en el contexto etíope. Durante la última década, el sector lácteo etíope ha progresado a un ritmo muy rápido, mientras que se ha prestado poca atención a la importancia de la seguridad de la leche y los productos lácteos producidos por los ganaderos y los transformadores de leche. Según datos de la Autoridad Central de Estadística para 2005, el 54,75 % de la leche producida se consume en los hogares. Cabe señalar también que más del 80 % de la población vive en el campo, donde el consumo de leche cruda constituye una parte importante de los hábitos alimenticios tradicionales de los etíopes. Con un porcentaje tan elevado de leche consumida en los hogares, a menudo sin una pasteurización adecuada, es evidente que cabe cuestionar la calidad y la seguridad de la leche y los productos lácteos, así como su contribución a la salud de la comunidad.
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