El presente libro se centra en un enfoque de la traducción lingüística basado en una perspectiva humanista que considera que las lenguas son simplemente formas diferentes de comunicar las mismas ideas, independientemente de sus complicados y variados sistemas. Una visión humanista como ésta es lógicamente insostenible porque la lengua define conceptos; no se limita a comunicarlos. No sólo la lógica en la que se basan las prácticas de domesticación es poco sólida, sino que este planteamiento también tiene importantes implicaciones culturales y políticas. Si se tiene en cuenta el sistema de comunicación de la lengua de llegada, además de sus normas y su autenticidad, el lector de un texto traducido puede tocar el concepto del texto de origen. Esto puede evitar el imperialismo cultural que los textos traducidos ejercen sobre el resto del mundo.
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