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Es frecuente pensar que los cuentos populares son cuentos para la infancia, sin tener en cuenta que antiguamente se contaban en el ámbito familiar o vecinal, y que contenían un montón de alusiones eróticas que los niños no entendían, pero los adultos sí. Tenían que interesar y entretener a todas las edades. Estas versiones no se han conservado porque los recopiladores a menudo pertenecían a la Iglesia (como es el caso de JØrgen Moe) y depuraron los cuentos de estos matices, convirtiéndolos en relatos didácticos o moralizantes, aptos para niños y niñas. Pero en ocasiones sucedió lo inesperado y…mehr

Produktbeschreibung
Es frecuente pensar que los cuentos populares son cuentos para la infancia, sin tener en cuenta que antiguamente se contaban en el ámbito familiar o vecinal, y que contenían un montón de alusiones eróticas que los niños no entendían, pero los adultos sí. Tenían que interesar y entretener a todas las edades. Estas versiones no se han conservado porque los recopiladores a menudo pertenecían a la Iglesia (como es el caso de JØrgen Moe) y depuraron los cuentos de estos matices, convirtiéndolos en relatos didácticos o moralizantes, aptos para niños y niñas. Pero en ocasiones sucedió lo inesperado y las versiones eróticas se conservaron en archivos privados. Este es el caso de la antología que ofrecemos en este libro: 50 cuentos que no aparecen ni en las ediciones noruegas de los cuentos ni en el Proyecto Runeberg, de donde tradujimos los 110 cuentos que integran nuestra anterior publicación: Cuentos noruegos (2016). Cuentos escondidos, prohibidos, en cuyas transcripciones figura en los márgenes la siguiente advertencia: "Por supuesto, no han de imprimirse jamás". Pues aquí están, impresos e ilustrados por Mortimer.
Autorenporträt
Hubo una vez dos amigos, Peter Christen Asbjørnsen y Jørgen Engebretsen Moe, que en la primera mitad del siglo XIX recorrieron a pie los campos de un país que todavía no era país, porque formaba parte de la corona de Suecia. En sus viajes escucharon más de un centenar de cuentos en una lengua que no se escribía porque la lengua de la cultura era el sueco. Pero ellos transcribieron estos cuentos que las gentes campesinas les contaron y los publicaron en diversas recopilaciones entre 1840 y 1870.