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Parece que el mundo no va para mejor y nada sabemos aún del futuro próximo. Por esto mismo hay que endurecerse un poco y coger piel de marinero..., le dice la Premio Nobel chilena, Gabriela Mistral a Margarita Nelken, en una de las cartas inéditas que componen este volumen. Una declaración que nos presenta las dificultades a las que se enfrentaban algunas de las protagonistas de la cultura contemporánea española del siglo XX tras acabar la Guerra Civil y que revelan estas misivas. Una situación que refleja la incertidumbre que afrontamos hoy en día, haciendo de este libro una obra de gran…mehr

Produktbeschreibung
Parece que el mundo no va para mejor y nada sabemos aún del futuro próximo. Por esto mismo hay que endurecerse un poco y coger piel de marinero..., le dice la Premio Nobel chilena, Gabriela Mistral a Margarita Nelken, en una de las cartas inéditas que componen este volumen. Una declaración que nos presenta las dificultades a las que se enfrentaban algunas de las protagonistas de la cultura contemporánea española del siglo XX tras acabar la Guerra Civil y que revelan estas misivas. Una situación que refleja la incertidumbre que afrontamos hoy en día, haciendo de este libro una obra de gran relevancia y actualidad. Casi medio centenar de cartas la mayoría inéditas- escritas por Gabriela Mistral, Teresa Díez-Canedo, María Enciso, Maruja Mallo, Ana María Sagi, Francesca Prat i Barri, Margarita Nelken, Victoria Kent, Zenobia Camprubí, María Zambrano, Victoria Kent, y María de Unamuno, que dan fe de los desconsuelos y penosas circunstancias que tuvieron que atravesar estas intelectuales de nuestro siglo XX, que vieron en la poetisa chilena una fuente de ayuda inagotable. Una comunicación ahora revelada, que realza la sororidad de esta red de solidaridad que estuvo presidida por la intimidad, el afecto y la amistad.
Autorenporträt
Gabriela Mistral nace en Vicuña (Chile) el 7 de abril de 1889. Su verdadero nombre es Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Era hija de un maestro de escuela y también se dedicó a la enseñanza. Sus primeros poemas aparecen en varias publicaciones literarias chilenas, aunque se da a conocer como poeta cuando su obra Sonetos de la muerte recibe el Premio Nacional de Poesía de Chile en 1914. En 1922 se traslada a México para colaborar en la reforma educativa ideada por el escritor y político José Vasconcelos. Durante su estancia en este país, funda una escuela, colabora en la organización de bibliotecas públicas y escribe poemas para niños (Rondas de niños) y textos didácticos (Lecturas para mujeres). En 1925 es nombrada secretaria por el Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra (Suiza) y en 1928 asiste al Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid en representación de Chile y Ecuador. Trabaja también en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones en Roma. Durante los años treinta reside en Estados Unidos, donde da clases en varias escuelas. En 1933 es nombrada cónsul de Chile en Madrid y en 1938 se publica Tala, libro de poemas dedicados a los niños víctimas de la guerra civil española. Su trayectoria poética es reconocida en los años posteriores con la concesión de varios galardones: el Premio Nobel de Literatura (1945), el Premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History (1950) y el Premio Nacional de Literatura de Chile (1951). En 1953 es nombrada cónsul en Nueva York y prosigue su carrera diplomática hasta su muerte en 1957. Dejó varias obras que fueron publicadas póstumamente.