La placa dental, que antes se consideraba un simple depósito de bacterias y restos de alimentos, se entiende ahora como una sofisticada biopelícula viva. Las primeras teorías se centraban en la cantidad de placa y más tarde se centraron en el papel de especies patógenas específicas. La investigación moderna revela que la placa es una comunidad microbiana altamente organizada, adherida a la superficie e incrustada en una matriz autoproducida. Esta biopelícula crece a través de un proceso escalonado, apoyado por una intrincada comunicación y cooperación microbiana. En su estado equilibrado, la biopelícula coexiste con el huésped. Cuando se altera, se vuelve disbiótica, desencadenando enfermedades periodontales locales y contribuyendo a afecciones sistémicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes y resultados adversos del embarazo. El paso de la "placa" al "biofilm" refleja un cambio de paradigma en la comprensión de la salud bucodental y su relación con el bienestar general.
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