Una mentira necesaria. Un deseo que no se puede fingir. Un amor que no entiende de contratos. Cuando Valentina Quiroga acepta fingir ser la prometida de Elías Montenegro -el CEO frío y enigmático de la Fundación que la becó-, lo hace por necesidad, no por amor. Necesita el dinero. Necesita estabilidad. Necesita dejar de correr detrás de un futuro imposible. Y él necesita una historia limpia para salvar su proyecto ecológico y su reputación hecha trizas tras un escándalo mediático. El trato es simple: Treinta días fingiendo una relación perfecta. Cenas con inversores. Risas ensayadas. Una cabaña compartida en medio de la Patagonia nevada. Y una sola regla: no enamorarse. Pero hay miradas que derriban muros. Manos que no saben obedecer. Y silencios que arden más que cualquier beso. Aislados por la nieve, atrapados en un juego cada vez más real, Valentina y Elías se verán obligados a enfrentarse no solo a su deseo, sino a todo lo que creían controlar: el pasado, el miedo, la culpa... y la posibilidad de amar sin condiciones. Porque el problema no fue mentir. El problema fue que dejar de fingir... dolía más que seguir mintiendo.
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