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Un hombre, solo en la selva durante décadas. Defendiendo una isla de una guerra que terminó hace 30 años. Pero él no lo sabe. O no lo quiere saber. El libro narra la historia real de Hiroo Onoda, el soldado japonés que siguió luchando en la Segunda Guerra Mundial 29 años después de que acabara. La primera novela del gran maestro de lo inútil. Un brillante y conmovedor relato sobre el sentido del deber y el sinsentido de nuestra existencia.

Produktbeschreibung
Un hombre, solo en la selva durante décadas. Defendiendo una isla de una guerra que terminó hace 30 años. Pero él no lo sabe. O no lo quiere saber. El libro narra la historia real de Hiroo Onoda, el soldado japonés que siguió luchando en la Segunda Guerra Mundial 29 años después de que acabara. La primera novela del gran maestro de lo inútil. Un brillante y conmovedor relato sobre el sentido del deber y el sinsentido de nuestra existencia.
Autorenporträt
Werner Herzog creció en un remoto pueblo de montaña en Baviera. De niño nunca fue al cine, no tenía televisión ni teléfono. En 1961, cuando todavía estaba en secundaria, trabajó como soldador en el turno de noche para producir su primera película. Tenía diecinueve años. Desde entonces ha producido, escrito y dirigido más de cincuenta películas, entre ellas Aguirre, la cólera de Dios, El enigma de Gaspar Hauser y Grizzly Man. Vive en Los Ángeles, donde dirige una serie de seminarios de cine en los que no se imparte ningún tipo de enseñanza técnica, una escuela «para los que han viajado a pie, han mantenido el orden en un prostíbulo o han sido celadores en un asilo mental (...) en resumen, para los que tienen un sentido poético. Para los peregrinos. Para los que pueden contar un cuento a un niño de cuatro años y mantener su atención, para los que sienten un fuego en su interior». Cineasta genial y aventurero irredento, se fue a la selva amazónica a finales de la década de 1970, tardó un par de años en filmar su Fitzcarraldo (el tiempo que le tomó hacer pasar el barco por una montaña entre dos ríos), ganó el Premio al Mejor Director en Cannes en 1982 y dejó escrito Conquista de lo inútil (2010), parafraseando de modo libérrimo al propio Herzog, es lo mejor que ha hecho.