Así de manera más clásica, desde Aristóteles el hombre ha sido definido como un animal dotado de lenguaje, el pensamiento de Levinas nos lleva a pensar en un nuevo humanismo, en las estructuras de la otredad, la pasividad, la apertura, la proximidad, la exposición y la responsabilidad. De entrada, el hombre, como ser de lenguaje, es también un ser "de carne y sangre". Por eso, se le conoce como un ser de carne y lenguaje. Para pensar la subjetividad, debemos pensarla como un territorio, compuesto por dos dominios: el cuerpo y el lenguaje. Es desde el cuerpo que podemos descubrir la concreción del hombre. Es desde el lenguaje que podemos enviarle una dirección, una citación y también responder a esta dirección. El nuevo humanismo, el humanismo del otro hombre, es así del cuerpo y del lenguaje, como "sus dos manos de la criatura humilde", está asignado a la responsabilidad por sí mismo y por los demás. La experiencia del cuerpo y el lenguaje son los dos pilares que nos permiten pensar en la relación interhumana, necesaria para una experiencia de trascendencia y su significado.
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