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En 1904, con tan sólo 28 años, Jack London escribía una de sus grandes novelas de aventuras, El lobo de mar, tan auténtica como lo pueden ser Colmillo blanco o La llamada de la naturaleza. Bajo la lupa de una experiencia extrema en alta mar, London vuelve a poner sobre la mesa la débil condición humana a través de dos personajes tan fascinantes como contrapuestos. Uno de ellos, el idealista, culto, esteta y refinadísimo intelectual Humphrey van Weyden. El otro, Wolf Larsen, un tipo duro, un marino cuya única ley es la de su beneficio y que el viento le sea favorable en la caza de focas y sin…mehr

Produktbeschreibung
En 1904, con tan sólo 28 años, Jack London escribía una de sus grandes novelas de aventuras, El lobo de mar, tan auténtica como lo pueden ser Colmillo blanco o La llamada de la naturaleza. Bajo la lupa de una experiencia extrema en alta mar, London vuelve a poner sobre la mesa la débil condición humana a través de dos personajes tan fascinantes como contrapuestos. Uno de ellos, el idealista, culto, esteta y refinadísimo intelectual Humphrey van Weyden. El otro, Wolf Larsen, un tipo duro, un marino cuya única ley es la de su beneficio y que el viento le sea favorable en la caza de focas y sin una lágrima de escrúpulos, inspirado sin duda en alguno de los 'lobos de mar' que London debió conocer en sus tiempos de marinero. Personalmente, London también tuvo que enfrentarse a situaciones difíciles, un durísimo aprendizaje vital que lo convirtió en un profundo conocedor de los desgarros del alma y el corazón del hombre, que dotan a sus obras de una profundidad y una emoción siempre enormes bajo el aparente calificativo de novela de aventuras.
Autorenporträt
Situado en el Olimpo de los escritores de aventuras compartiendo podio con Verne, Salgari, Scott o Stevenson, Jack London tuvo el plus de ser él mismo un aventurero. De muy joven se apuntó a la Fiebre del Oro en Alaska y, aun con su fracaso (se haría rico escribiendo, no consiguiendo pepitas, ¡que manera de ir contracorriente!), tuvo experiencias que luego impregnaron toda su obra: la impiedad de la Naturaleza, la brutalidad de los hombres, la codicia... Pero London, que llegó a las concesiones alaskeñas como un alfeñique y salió hecho un fortachón por el entreno de la actividad física, siempre centró su literatura más en los cambios que experimentan los seres humanos que en la aventura misma.