En África, el poder del Estado no siempre proviene de elecciones y está regulado por la Constitución. En muchos aspectos, puede ser el resultado de medios poco ortodoxos que se sitúan en las antípodas de los ideales democráticos. El constitucionalismo de crisis de los Estados del África negra francófona, en constante auge, demuestra que en esta parte del mundo se pueden ocupar cargos y altas responsabilidades en la cúspide del Estado sin haber sido elegido por el pueblo o sus representantes. Este último, cuando se trata de salvaguardar sus intereses y defenderlos a través de gobiernos de transición, se muestra bastante receptivo a lo que, paradójicamente, parece extraño a la filosofía constitucional del poder.
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