La rutina acelerada que se nos impone - con tantas actividades diarias, con tanta información -, nos lleva a ignorar los dolores que sentimos. No hay tiempo para explorar las emociones, madurar las reflexiones, dialogar con el otro o con nosotros mismos. Mi intención es mostrar que el proceso de individuación también puede pasar por la transgresión. Aceptar y comprender esa transgresión puede llevar al perdón y, por lo tanto, a la libertad. Elegí la novela Crimen y castigo para ilustrar mi trabajo, mostrando cómo Raskólnikov, con su transgresión criminal, consigue encontrar su ánima y, al perdonarse, se convierte en un hombre libre.
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