Sócrates, el principal mártir de la razón, sostenía que solo aquellos que son conscientes de ello pueden dar cuenta de las cosas que conocen. Se puede decir que esta explicación o expresión de sonidos significativos se produce a través del lenguaje. El lenguaje es un medio de comprensión. Es un medio para apreciar la vida. Encarna el significado que la vida confiere a la realidad. De todos los dones recibidos, el don del lenguaje parece ser el más valioso. Es el lenguaje el que simplifica la comunicación y, para que sea eficaz, es necesario que se comparta entre personas que hablan el mismo idioma. Alguien que solo sabe alemán puede parecer confundido cuando se le habla solo en italiano. Para esa persona, solo sería una serie de ruidos sin sentido. Por lo tanto, cada lenguaje es un tesoro de experiencias humanas. Encarna la riqueza intelectual de las personas que lo hablan. Dicho esto, ¿podemos entonces justificar la objetividad de la experiencia humana? ¿Puede la experiencia de un hablante ser comprendida por alguien que no sea el hablante? ¿Es posible traducir todas las afirmaciones relativas a nuestros estados mentales, mediante las cuales podemos explicar e interpretar nuestros pensamientos, sentimientos, emociones e incluso sensaciones, a un lenguaje físico?
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