Los terremotos causan enormes destrozos a la humanidad, como víctimas mortales, derrumbes de edificios y crisis económicas. En 2015, un terremoto de magnitud 6,0 sacudió el distrito de Ranau, en Sabah (Malasia). El seísmo se cobró 18 vidas, derrumbó edificios y provocó corrimientos de tierra y flujos de escombros que arrasaron organismos vivos y alteraron la calidad del agua del río Liwagu. Además, la planta de tratamiento de agua potable se vio obligada a cerrar debido a la elevada turbidez, lo que provocó que los habitantes del distrito de Ranau no dispusieran de agua potable durante varios días. Entre dos semanas y dos meses después del seísmo, la calidad general del agua del río Liwagu cambió hasta recuperar su estado anterior al terremoto. Sin embargo, tardó más de seis meses en recuperarse en otros parámetros como el hierro y el manganeso. El terremoto por sí solo no dominó el impacto. Sin embargo, alteró la contaminación desde la fuente existente hasta el río. Por lo tanto, comprender cómo afectan los terremotos a la calidad del agua del río puede ayudarnos a entender cómo reaccionan los parámetros ante futuros terremotos y a determinar el método más eficaz para restaurar la calidad del agua del río Liwagu.
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