La Carcoma muestra claramente que su autor no es poeta ni literato. No es el fruto de la inspiración, sino de la reflexión; no es producto de la fantasía o del sentimiento, sino de la fría inteligencia. Es una tesis moral, desenvuelta en forma novelesca; una especie de apólogo en que la moraleja es lo esencial y la narración lo secundario. El autor trata de mostrar que la envidia es la carcoma que roe el corazón de los españoles (y de la humanidad entera, podría decir), y para ello pinta una serie de personas honradas y trabajadoras, vejadas y perseguidas de todos modos por un individuo tan envidioso como holgazán. (Manuel de la Revilla, 'Revista crítica', 15 junio 1878)
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