Existe una región en China en la que las ostras producen unas perlas muy especiales. Al igual que las utilizadas en joyería, se originan por un elemento extraño que entra en sus cuerpos, aunque en este caso no se trata de un grano de sílice o un parásito, es algo muy diferente.Estas perlas son cultivadas en una mansión cuya entrada está restringida a unos pocos. Sus accesos no son físicos y su permanencia dentro es imposible de medir en unidades de tiempo. En el interior, los sentidos modifican sus límites y es posible escuchar frecuencias inaudibles para el oído humano, o ver colores más allá del ultravioleta; allí coexisten personas duplicadas con seres que perdieron su carácter humano miles de años atrás.
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