La relación entre el hombre y el espacio es el habitar. Y es la construcción la que imprime el habitar. Esta construcción es la arquitectura. Llamamos arquitectura a un objeto que ofrece valores prácticos y espirituales. Los valores prácticos consisten en las funciones de protección y cobijo, y los espirituales residen en las cualidades que apelan a nuestra sensibilidad y motivan una emoción sui generis. 'Place-making' es un proceso resultante de esta experiencia de la arquitectura, que busca respuestas a las funciones de la vida humana, equiparando un conjunto de principios ligados al placer estético de percibir la forma construida. La necesidad de delimitar el concepto de lugar arquitectónico surge como respuesta a la carencia diagnosticada, frágil herencia de un progreso que no siempre es compatible con los valores estructurantes de una cultura. No se cuestiona el método ni los conocimientos técnicos asociados a él, sino el significado que adquiere a través de la experiencia humana.
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