Es necesario adquirir algunos conocimientos y adiestrarse en algunas técnicas o habilidades para el buen cuidado de los mayores. Pero de poco servirían las habilidades si éstas no fueran un componente de las actitudes, las cuales, como es sabido, tienen un componente cognitivo, un componente afectivo y un componente conductual. La formación en estos tres vectores constituye un deber ético de todo cuidador. Hacerlo es también un modo de educarse para cuidar, porque la persona que no está bien preparada tendrá que invertir más energías, con peores resultados y menos satisfacción en la relación.
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