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En este asimétrico poemario trato de concentrar lo que supone una selección del grueso de mi obra poética. Hace años que creo en la idea de las bellas palabras. No en lo que estas confieren en su significado o en los complejos mundos que unidas nos pueden transmitir. La Belleza en sí de las palabras, en esta ocasión a quién arrulla es a su propio mundo, a su única y más verdadera razón: el significante. Por las palabras se han cometido pecados, por las ideas han caído mundos y los animales se han convertido en hombres, pero nunca ha habido admiración en las vocales ni en los sonidos…mehr

Produktbeschreibung
En este asimétrico poemario trato de concentrar lo que supone una selección del grueso de mi obra poética. Hace años que creo en la idea de las bellas palabras. No en lo que estas confieren en su significado o en los complejos mundos que unidas nos pueden transmitir. La Belleza en sí de las palabras, en esta ocasión a quién arrulla es a su propio mundo, a su única y más verdadera razón: el significante. Por las palabras se han cometido pecados, por las ideas han caído mundos y los animales se han convertido en hombres, pero nunca ha habido admiración en las vocales ni en los sonidos consonánticos que las adormecen o exaltan. Hay veces que sueño en palabras nuevas, versos carentes de significado; otras ocasiones descubro sonidos que trato en lindar con alguna tirada nueva o estrofa antigua capaz. Por ello amo la poesía, por la libertad, por la innecesidad de un rigor, por la oportunidad que al creador le brinda el neologismo, el estado tribal de las letras.
Autorenporträt
Inspirado por los juegos y los mundos que mi padre me quiso mostrar, comencé a escribir historias de piratas bucaneros durante las vacaciones familiares. 'No quedan días de verano, el viento se los llevó y un cielo de nubes negras cubría el último adiós...' ?eran días de tormenta, la playa estaba llena de medusas, y a falta de arena para hacer castillos, fueron letras jóvenes e imaginación?. Aquellas fueron historias erráticas y onomatopéyicas que exprimieron mi imaginación. Sí. De historias de piratas a poeta (si se me puede llamar así). Cuando era pequeño gozaba de una horrible ortografía, y mi padre ?a problemas grandes soluciones gigantes? me mantuvo noche tras noche persiguiendo al Quijote, la versión extendida, la anacrónica, esa que liga con ?della?. Años más tarde, en mitad del caos de la adolescencia, descubrí el ritmo en mis textos. También la pereza de extenderlos más de cinco páginas. Y así, en la mejor de mis piraterías. Abracé la brevedad del poema que aquí presento como mi primera obra, La tribu de las letras.