Como padres, uno de nuestros mayores regalos es la oportunidad de iluminar el camino de nuestros hijos, guiarlos para que descubran su propia luz interior y la dejen brillar con todo su esplendor. Ellos son como pequeñas estrellas esperando despejar las nubes y brillar en su máximo potencial. Y lo más maravilloso de todo es que cuando nuestros hijos brillan, no solo iluminan sus propias vidas, sino también la de los demás. Durante muchos años, la Ley de la Atracción fue custodiada y protegida como un tesoro. Era un secreto de sabiduría reservado para los grandes pensadores de la época, esperando pacientemente a ser descubierto por aquellos que estuvieran listos para comprender su poder. Hoy estamos en una época especial, una en la que hemos descubierto que podemos cambiar, y que, al cambiarnos a nosotros mismos, todo a nuestro alrededor comienza a transformarse. Antes, solíamos poner toda nuestra atención en lo externo, en lo que sucedía fuera de nosotros. Ahora sabemos que el verdadero cambio empieza dentro, en lo más profundo de nuestro corazón. El universo no diseña los acontecimientos al azar. Todos los días, desde el momento en que nos levantamos hasta que volvemos a dormir, somos como imanes que atraen hacia nosotros aquello en lo que enfocamos nuestros pensamientos y emociones. Quizá alguna vez hemos tenido creencias limitantes o momentos de oscuridad, en los que no veíamos el camino. Pero cuando descubrimos el secreto de la Ley de la Atracción, nuestras vidas empiezan a cambiar como por arte de magia. Empezamos a encontrar respuestas, a llenar de luz nuestra vida y a convertirnos en los verdaderos arquitectos de nuestro destino. Este conocimiento no es solo para los adultos, sino también para los niños, que son el futuro. Ellos tienen la increíble oportunidad de transformar sus vidas y de llegar mucho más lejos de lo que hemos llegado nosotros. Los niños son verdaderos genios, llenos de potencial y de magia, y solo necesitan que alguien les inspire y les haga sentir valiosos, merecedores, importantes y amados. Es importante recordar que estamos programados, no destinados. Y eso significa que podemos aprender a cambiar nuestra vida desde el interior. Escribo este libro desde el amor, para mis dos hijos maravillosos, José Manuel y Cristian, quienes cada día llenan mi vida de alegría y me enseñan tanto. En nuestra casa, practicamos una crianza consciente basada en el amor, en el reconocimiento de sus fortalezas y en la superación de sus miedos, sin dejar que estos los definan. La vida es un milagro desde el momento en que nacemos. Es un regalo maravilloso poder ver un amanecer, un atardecer, hacer un picnic en familia, ir a la playa, caminar por el campo, conectar con la naturaleza y con nuestro propio ser.
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