Antón todavía no tiene un año, por eso poco habla, así que desconocemos si le gustarán los trenes o las hadas. ¿Por qué, si es niño hay que asignarle el color azul y, si es niña, el color rosa? ¿Por qué, si es niño, debe gustarle el fútbol y si es niña, la danza? Aquí nos encontramos un relato que se formula todas estas preguntas y que apuesta por la transformación de las masculinidades y de los estereotipos de género.
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