El agua es imprescindible para nuestra existencia. Es un nutriente vital, implicado en muchos aspectos del metabolismo avícola. Uno de los principales retos del siglo XXI es obtener un suministro de agua potable segura. En Europa y Norteamérica, el acceso a un suministro de agua limpia y tratada puede ser la norma, pero en los países en desarrollo, el acceso al agua limpia y al saneamiento no es la norma, y las infecciones transmitidas por el agua son comunes. El agua de baja calidad puede afectar al rendimiento de las gallinas ponedoras, lo que se traduce en una disminución de la producción y la calidad de los huevos. Por su parte, en los pollos de engorde, el agua de mala calidad tiene efectos perjudiciales sobre su rendimiento y está negativamente correlacionada con el peso corporal y la resistencia inmunológica.
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