Todo delito debe ser castigado, como señaló Horacio: 'sulpam poena premit comes', es decir, el castigo sigue al delito. Hoy en día no se aplica el principio del talión y la cuestión sigue siendo determinar cuál es el castigo justo, que solo puede imponerse a través de los tribunales. El tribunal siempre actúa como garante de un castigo justo para las personas que cometen delitos en el marco del derecho nacional e internacional. El siglo pasado estuvo marcado por guerras sangrientas, anarquía y actos inhumanos. En este contexto, la comunidad internacional comenzó a plantearse la creación de órganos especiales que pudieran exigir responsabilidades penales internacionales a las personas físicas.
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