Los debates sobre la energía nuclear tras el accidente de Fukushima se centran principalmente en la proliferación nuclear, los accidentes en reactores y la competitividad económica, y la opinión pública sigue planteando preocupaciones racionales, lo que lleva a pedir la prohibición de la energía nuclear. En lo que respecta a la elaboración de políticas, las cuestiones relacionadas con la seguridad del suministro energético, la contaminación medioambiental, el calentamiento global y el cambio climático ofrecen motivos para reevaluar su posible participación en la producción de energía en Europa. Países europeos como Austria e Italia no tienen actualmente planes de construir centrales nucleares, mientras que otros, como Alemania y Suecia, se han comprometido oficialmente a eliminar gradualmente su suministro nacional de energía nuclear. Recientemente, en países como el Reino Unido y los Países Bajos, las orientaciones de su política energética muestran que la energía nuclear figura en su agenda política, mientras que los Gobiernos de Finlandia y Francia siguen comprometidos con el mantenimiento de la energía nuclear en su generación eléctrica nacional.
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