Fermín Herrero (1963) es natural de Ausejo de la Sierra (Soria). Ha publicado, en esta misma colección, el núcleo de su obra: Echarse al monte, Un lugar habitable, El tiempo de los usureros y Tierras altas. Y la otra mitad de sus libros: Anagnórisis, La lengua de las campanas, Paralaje, Endechas del consuelo y el anterior poemario, De la letra menuda, en distintas editoriales. Figura en dos de las antologías más relevantes de la poesía última: Cambio de siglo y Campo abierto . Actualmente colabora en ¿La sombra del ciprés¿, el suplemento cultural de El Norte de Castilla. Tempero extrema la búsqueda de la sencillez última que responda a lo más profundo de la emoción poética, sin adherencias retóricas. Según el portavoz del jurado el libro destaca por la ¿frescura de su visión y su lenguaje, centrados en el paisaje castellano, trascendiéndolo y reflexionando sobre la condición humana a partir de la contemplación y la comprensión de la naturaleza¿.
Entrado el mes de mayo es una bendiciónbajar hasta la huerta, quedarse quieto, sin pasadoy sin porvenir, quieto, muy quieto, en el rincónde la noguera y el manzano. Un aire que transparentay un aroma que trasci ende. Si pudiese aguantarmebastaría. Cualquier atisbo de bellezaes der rota, revela de súbito la vanidaddel solitario. Este es su peligro. Qu e el hombrese crea alguien y al meterse en hondurasqué triste la alegr ía, cuánta melancolía de antemano.- LATENCIA -
Entrado el mes de mayo es una bendiciónbajar hasta la huerta, quedarse quieto, sin pasadoy sin porvenir, quieto, muy quieto, en el rincónde la noguera y el manzano. Un aire que transparentay un aroma que trasci ende. Si pudiese aguantarmebastaría. Cualquier atisbo de bellezaes der rota, revela de súbito la vanidaddel solitario. Este es su peligro. Qu e el hombrese crea alguien y al meterse en hondurasqué triste la alegr ía, cuánta melancolía de antemano.- LATENCIA -







