La temperatura corporal de las abejas varía considerablemente con las variaciones de la temperatura ambiente, y el rendimiento de la mayor parte de su actividad se ve muy afectado por la temperatura del aire. Cuando se exponen a temperaturas superiores o inferiores al rango óptimo para la especie durante su fase pupal, las que sobreviven presentan deficiencias morfológicas, fisiológicas o de comportamiento en la edad adulta. Las abejas sin aguijón demuestran cierta capacidad termorreguladora en los nidos en los que viven, conocida como endotermia o ectotermia colonial. Las meliponinas son abejas muy sociales que trabajan juntas para mantener la colonia, manteniendo casi constante la temperatura del nido. Los mecanismos de termorregulación de estos animales se denominan termorregulación pasiva, ya que se deben únicamente a la construcción del involucro y del nido (estructuras de panales de cría) y no a la actividad motora de los individuos. Por lo tanto, en la mayoría de las especies de abejas sin aguijón, con raras excepciones, son los únicos mecanismos que tienen para termorregularse. Se sabe que la cría también contribuye a la termorregulación colonial a través de su termogénesis, y las larvas y pupas más maduras tienen una mayor aportación de calor al panal de cría a lo largo de su desarrollo.
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