La naturaleza puede ser extremadamente cruel. Cada día, millones de animales son perseguidos y asesinados por sus depredadores, un fenómeno totalmente regulado por la ley del más fuerte. Mientras que existe un amplio consenso en que los animales con los que tratamos son seres sensibles que deberían merecer consideración moral, la incertidumbre surge cuando se trata de la vida silvestre, una esfera donde la mayoría de las veces los seres humanos están ausentes. ¿Deberíamos luchar contra la crueldad natural o simplemente 'dejarlo estar'? El filósofo estadounidense Clare Palmer da una respuesta a este dilema, al tratar de conciliar dos posiciones opuestas sobre la ética animal: una sostiene que todos los seres que poseen las mismas capacidades deben beneficiarse del mismo nivel de consideración moral; la otra sostiene que los deberes morales varían según el contexto y las relaciones que las personas establecen con los animales. El propósito de este trabajo es mostrar que el análisis de Palmer abre posibilidades inesperadas sobre la asistencia a la vida silvestre.
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