La Tristeza ha venido a vivir conmigo y le estoy construyendo un refugio. Un niño crea un espacio seguro para su tristeza, un refugio en la que esta se pueda acurrucar hasta hacerse un ovillo o volverse tan grande como quiera, donde pueda hacer ruido o estar callada, o cualquier opción intermedia. El niño puede visitar el refugio todos los días, a veces cada hora, y sabe que un día la Tristeza saldrá del refugio y ambos contemplarán juntos la belleza del mundo.
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