Daila jamás se había encontrado en un caso como aquél. Personalmente, a ella le importaba muy poco que los Dolman perdiesen su tiempo y su dinero haciendo robots, más o menos utilitarios. Y, si la apremiaban mucho, hasta encontraba justo que un niño con ocho sobresalientes en ocho años de estudios, no fuese a escuela porque sabía más que los anticuados «registros docentes», que nada nuevo podían enseñarle ya, si tan despierto era.
¡Pero Mixi Dolman había hablado de una máquina capaz de corregir los defectos de los hombres! ¡De una máquina pensante, que podía adquirir más conocimientos que el hombre!
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