La selectividad en las políticas de asilo se refiere al establecimiento de criterios más estrictos y específicos para la admisión de solicitantes, priorizando ciertos perfiles o situaciones sobre otros. Este fenómeno está motivado por las preocupaciones sobre la seguridad nacional, el temor al desbordamiento de los sistemas de bienestar, el auge del nacionalismo y el populismo, y las presiones internas de los países para proteger sus recursos económicos y sociales. Sin embargo, la creciente selectividad ha generado debates significativos en torno a la ética y los derechos humanos, dado que muchos críticos consideran que estos enfoques restrictivos ponen en peligro la protección de las personas más vulnerables, como mujeres, niños y personas perseguidas por motivos políticos, religiosos o sociales.
En Estados Unidos, la política de asilo ha estado marcando un giro hacia la rigidez bajo las administraciones recientes, limitando las posibilidades de solicitud y redefiniendo el concepto de "refugiado". Por su parte, Europa, a pesar de sus políticas comunes en materia de asilo, ha experimentado divergencias entre los países miembros, algunos de los cuales han adoptado medidas más estrictas en respuesta a los flujos migratorios masivos, como ocurrió durante la crisis de refugiados de 2015.
La tendencia hacia una mayor selectividad también se ha visto influida por factores como la inseguridad internacional, el aumento del populismo en muchos países y el miedo a los efectos socioeconómicos derivados de la inmigración. En este contexto, los gobiernos de Estados Unidos y Europa han comenzado a aplicar criterios más precisos para la concesión de asilo, lo que genera un clima de incertidumbre para aquellos que buscan refugio, pero también plantea retos en términos de cumplimiento de los compromisos internacionales en materia de derechos humanos y protección internacional.
Este panorama de creciente selectividad plantea interrogantes importantes sobre el futuro de los sistemas de asilo, tanto en términos de su eficacia para garantizar la protección de los derechos humanos, como en su capacidad para adaptarse a las realidades sociales, políticas y económicas de un mundo cada vez más globalizado y marcado por crisis humanitarias. A medida que estos países se enfrentan a decisiones políticas difíciles, se torna esencial evaluar las implicaciones de sus políticas de asilo y los efectos que podrían tener sobre la vida de millones de personas que buscan un lugar seguro para reconstruir sus vidas.
En el libro se presenta una encuesta una serie de tipologías y reflexiones finales.
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