Al final de la tarde cuando estábamos listas para irnos a casa, los vestidores estaban a tope. Por suerte, mi amiga Delia consiguió un vestidor familiar vacío, y justo en aquel momento nos topamos nuevamente con el joven vecino. Lo invitamos a compartir el vestidor para poder cambiarse, y cuando solo creí que podría ver más de su cuerpo, resultó que Delia y yo vimos, hicimos y sentimos mucho, mucho más.
Lee cómo mi amiga y yo le enseñamos a un hombre joven y atractivo que lo último que debe sentir es vergüenza sobre su cuerpo.
Este cuento caliente es un relato erótico corto destinado exclusivamente a mayores de edad. Su contenido es explícitamente sexual.
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