«¿Es posible padecer varios trastornos?» es una pregunta que me agobió durante años, inspirada inicialmente no en curiosidad intelectual sino en la particular convivencia con los claros casos. Experiencia vitalicia e ininterrumpida de coexistir con individuos que claramente presentaron condición de co-morbilidad. Por su puesto, no ocurrió esto a la manera de un estudiante, practicante o investigador en psiquiatría que se debate entre pacientes de un asilo u otra fuente de casos para observar. El caso particular de esta experiencia tiene las características de haber iniciado de manera no consciente y puede también que no voluntariamente. Provengo de una familia marcadamente narcisista, cuyos miembros también presentan claros indicios de otros desórdenes de personalidad y síndromes. He llegado a concluir que muchos de los trastornos de personalidad no son en realidad varias condiciones separadas, sino que son la misma, descrita desde enfoques diferentes, en tiempos y contextos diferente y por estudiosos con criterios diferentes. También que, aquello que tienen en común la diversidad de trastornos de personalidad, yace más allá de los límites aceptados por la ciencia ortodoxa.
La Apofenia es la condición mental por la que una persona tiende a establecer conexiones donde no las hay. Quizá este autor y tantos más por este estilo somos una caterva de apofénicos. O quizá, el ensamblaje de una condición mental como la apofenia funciona como los octágonos negros en los empaques de alimentos, los memes y hashtags, o las fotos de pulmones cancerosos en las cajetillas de cigarrillos: «Tú eres un niño insuficiente-mental pero aquí está papi, para decirte qué pensar».
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